A continuación podrás disfrutar de una selección de relatos no ganadores que, a juicio del Jurado y con el consentimiento expreso de sus autores, merecen ser dados a conocer por su calidad; todo ello, al amparo de lo previsto en la base séptima de la convocatoria del I Certamen de relatos cortos "Alcolea":
Recuerda, ahora y siempre, de N.R.M.
Recuerda que desde el día que tú llegaste al mundo estuve contigo, apenas 24 horas de tu llegada y ya me habías robado el corazón.
Recuerda que siempre acunaré tus sueños en la magia de mis brazos.
Recuerda que te protegeré de cualquier daño.
Recuerda que siempre que me necesites estaré ahí para asegurar tus pasos, intentaré que siempre pises tierra firme y que nunca desequilibres la línea perfecta que forma tu cuerpo con la tierra.
Recuerda que mi alma está impregnada de tu esencia y que el latido de tu corazón siempre irá al compás del latido del mío, pues esa unión que se inició hace unos cuantos años sigue impasible entre las dos.
Recuerda que si alguna vez te sientes perdida seré tu refugio donde podrás engrandecer tus metas y empequeñecer tus tristezas.
Recuerda que a pesar de los años que vayan pasando siempre serás mi pequeña niña linda.
N.R.M.
El reloj, de N.R.M.
Un sencillo reloj, humilde y sonoro, marcando las horas con una asombrosa contundencia, como si cobrara vida con cada movimiento del segundero, como si aquellos a los que perteneció, estuvieran animados dentro de él.
Para algunos es la medida extraordinaria que marca la vida, cada segundo es tiempo vivido, cada minuto se suma a la maleta que nos acompaña a lo largo de la vida, recordándonos que seguimos, que estamos vivos.
Para otros es una cuenta atrás, te recuerda que el tiempo se va agotando, que cada segundo más es un segundo menos, que cada minuto se descuenta de este tiempo prestado que en su día nos dieron como obsequio, que el tiempo corre y se va acercando con una magistral cadencia a la puerta de salida.
Para mí ese reloj es un símbolo más, de quién estuvo y se marchó, de quién supo quererme pero la vida le dijo que su momento había llegado, que tenía que partir, de quién me enseñó cuál es el significado de la vida y me convirtió en la persona que soy.
Para mí ese reloj tiene el alma de aquellos que estuvieron ordenados por sus imparables manecillas, pendientes de la hora que marcaba para seguir con sus vidas, distraídos pero atentos a ese marcaje horario.
Ese reloj cobra vida en cada instante en que se hace presente, se hace real, en que permite volverse sonoro, y siempre será el reloj convertido en monumento, en tótem que salvaguardará la vida y el tiempo, y sus dueños estarán impertérritos en esas manillas que cada día siguen marcando la hora en esta vida.
N.R.M.
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